Hermana Lucia (tomado de su libro “Llamadas del Mensaje
de Fátima”
Nuestra
Señora termina su mensaje del día 13 de mayo de 1917 diciendo:
"Rezad el Rosario todos los días, para alcanzar la paz para el mundo
y el fin de la guerra".
¿Cuál habrá sido el motivo por el que Nuestra Señora nos mandó a rezar el
Rosario todos los días, y sin embargo, no nos mandó a asistir a la Santa Misa todos los días?
Se trata de una pregunta que me ha sido hecha muchas
veces, y a la cual trato de dar respuesta ahora. Certeza absoluta del por qué no la tengo, porque
Nuestra Señora no lo explicó y a mi tampoco se me ocurrió preguntarle. Digo, por eso, simplemente lo
que me parece y me es dado comprender a este respecto (…) Pienso que Dios es Padre. Y como Padre se acomoda a las
necesidades y posibilidades de sus hijos. Ahora, si Dios, por medio de Nuestra Señora, nos
hubiese pedido ir todos los días a participar y comulgar en la Santa Misa,
ciertamente habría muchos que dirían, con justo motivo, que no les sería
posible. Unos, a
causa de la distancia que los separase de la iglesia más próxima en donde se
celebrara la Eucaristía. Otros,
porque no lo permiten sus ocupaciones,
o sus deberes de estado, o empleo, o su estado de salud, etc. Por el contrario, el rezo del Rosario es accesible a
todos, pobres y ricos, sabios e ignorantes, grandes o pequeños. Todas las personas de buena
voluntad pueden y deben, diariamente, rezar su Rosario. Y ¿para
qué? Para ponemos en contacto con Dios, agradecer sus beneficios y pedirle las
gracias de que tenemos necesidad. Es la oración que nos lleva al encuentro familiar con Dios. Como el hijo que va a estar con
su padre para agradecerle los beneficios recibidos, tratar con él sus asuntos
particulares, recibir su orientación, su ayuda, su apoyo y su bendición. Dado que todos tenemos necesidad de rezar, Dios nos
pide diariamente, una oración que está a nuestro alcance: LA ORACIÓN DEL ROSARIO que tanto se puede hacer en común como en
particular, tanto en
la iglesia delante del Santísimo como en casa de familia o a solas, tanto por el camino yendo de viaje como en un
tranquilo paseo por tos campos. La madre de familia puede rezar mientras mece
la cuna del hijo pequeño o trata del arreglo de la casa. Nuestro día tiene veinticuatro
horas... ¡no será mucho
reservarse un cuarto de hora para la vida espiritual, para nuestro trato íntimo
y familiar con Dios! Por otro lado, yo creo que, después de la oración litúrgica del Santo
Sacrificio de la Misa, la oración del Santo Rosario, por el origen y sublimidad
de las oraciones que lo componen y por los misterios de la Redención que
recordamos y meditamos en cada decena, es la oración más agradable que podemos
ofrecer a Dios y de mayor provecho para nuestras almas. Si así no fuese, Nuestra Señora no lo habría
recomendado con tanta insistencia. Inclusive aquellas personas que tienen posibilidad
de tomar parte diariamente en la Santa Misa, no deben por eso descuidarse de
rezar diariamente su Rosario. Tal
vez por todos estos motivos y otros que nosotros no conocemos, Dios, que es
Padre y comprende mejor que nosotros nuestras necesidades nos facilita el
camino de acceso a Él con el rezo diario del Rosario. Podemos pensar que
aquella es la fórmula de oración vocal que a todos, en general, más nos
conviene, y de la cual debemos tener sumo aprecio y en la cual debemos poner el
mejor empeño para no dejarla nunca. Porque mejor que nadie, sabe Dios y Nuestra Señora
aquello que más nos conviene y de lo que tenemos más necesidad. Y será un medio poderoso para ayudarnos a conservar
la fe, la esperanza y la caridad. Igual para las personas que no saben o no son
capaces de recoger el espíritu para meditar, el simple acto de tomar las cuentas en la mano para rezar
es ya un acordarse de Dios.
Y
mencionar en cada decena un misterio de la vida de Cristo es ya recordarlos. Y este recuerdo dejará abierta nuestras almas para
tener la luz de la fe que sustenta la mecha que aún humea, no permitiendo así
que se extinga del todo. Por el contrario, los que abandonan la oración del Rosario y no toman
diariamente parte en el Santo Sacrificio de la Misa, nada tienen que los
sustente, acabando por perderse en el materialismo de la vida terrena.
Devoción de los
primeros Sábados de mes como es pedido por nuestra señora de Fátima.
La Devoción al Corazón
Inmaculado de María
La devoción al Inmaculado Corazón de María es antiquísima; pero
modernamente, después de las revelaciones de Fátima, ha adquirido un
incremento extra ordinario. He aquí algunas de las manifestaciones y palabras
de la Virgen en Fátima:
Ella misma dijo a Lucía, una de las videntes:
La Virgen recomendó, que con frecuencia, y sobre todo al hacer algún
sacrificio, se dijese: "Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión
de los pecadores, y en reparación de las injurias cometidas contra el
Inmaculado Corazón de María." Dijo también la Virgen en Fátima que,
terminada cada una de las decenas del Rosario, se rezase esta plegaria:
"Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados; líbranos del fuego del
infierno; lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más
necesitadas de Tú misericordia."
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La Gran Promesa del Inmaculado
Corazón de María
La Santísima Virgen dijo también a Lucía:
"Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de las espinas con las cuales
los hombres ingratos lo hieren cada momento con sus blasfemias e
ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme, y anuncia de mi parte que Yo
prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para la
salvación a todos los que en el Primer Sábado de cinco meses consecutivos,
confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del Rosario y me
hagan compañía durante quince minutos, meditando los misterios del Rosario,
con el fin de ofrecerme reparación." La práctica de esta devoción,
paralela a la gran Promesa del Sagrado Corazón de Jesús a los que practican
los Nueve Primeros Viernes de mes, es muy sencilla, y consiste en
1) Confesión Sacramental, que puede hacerse durante la semana antes o
después del Primer Sábado de mes;
2) La Comunión el mismo Primer Sábado de mes 3) Rezar una parte (cinco misterios) del San to Rosario; 4) Hacer compañía a la Virgen Santísima durante un cuarto de hora meditando o pensando en los misterios del Rosario; 5) Hacer esto durante cinco primeros sábados de mes sin interrupción; 6) Tener la intención de consolar, honrar y desagraviar al Inmaculado Corazón de María.
A todo esto hace María Santísima la Gran Promesa de conceder en la hora
de la muerte las gracias necesarias para la salvación. Quiere esto decir que
no permitirá que muera en pecado mortal el que cumpla con las condiciones
requeridas.
Agradezcamos a la Santísima Virgen María esta Gran Promesa y procuremos
cumplir, tina y más veces, con la devoción tan sencilla y consoladora, de los
Cinco Primeros Sábados de mes.
¡Gloria, honor y gratitud al Inmaculado Corazón de María! (1 )'
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¿Por qué la Reparación al
Inmaculado Corazón de María?
El día 13 de julio de 1917, Nuestra Señora ha aparecido a Jacinta,
Francisco y Lucía en Cova, cerca de Fátima, Portugal. Después de mostrar al
Infierno, Nuestra Señora les dijo:
". . .Yo vendré para pedir la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados de mes." |
LAS CINCO RAZONES . . .
En mayo de 1930 el Padre Confesor de Lucía le pidió de preguntar a
Nuestro Señor Jesucristo por qué le pedía los cinco Primeros Sábados y no los
nueve o siete en honra de los Dolores de Nuestra Señora. Nuestro Señor le
dijo a Lucía en mayo 29-30 de aquel año:
"Mi hija, el motivo es sencillo: hay cinco maneras con las cuales la
gente ofenden y blasfeman contra el Inmaculado Corazón de María:
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