jueves, 31 de enero de 2013

"Conversión ,pedida por la Santísima Virgen en las Apariciones de Fátima "




El periodista José Luis Navas , ex-director general de RTVE en Andalucía impartió una CONFERENCIA SOBRE " LA CONVERSIÓN " , el pasado día 25 de enero ,fiesta de la Conversión de San Pablo , en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima en Málaga y en acto organizado por la Hermandad de Nuestra Señora de Fátima .
 
El acto estuvo presentado por el vocal de la Junta de Gobierno , Don Antonio Manzano , quien se refirió  " la virtud que le caracteriza y servicio a los demás y al  amor ser el carnet de identidad del conferenciante Don José Luis Navas , un laico comprometido ,con grandes méritos profesionales y maestría al narrar , un hombre ocupado en múltiples tareas que disfruta de lo que dice y ¡ cómo lo dice !
 
El conferenciante empezó diciendo que :" hablar de conversión es hablar de cristianismo, conversión es encuentro personal con Jesús ,es dar un giro total , entregarse y dejar de ser uno mismo "
Se refirió también a que :" todos conocemos la historia ...las miserias ,angustias,guerras,dolor " y a propósito de ello ,porque estuvo presente en la conferencia JAIME VILALTA BERBEL ,español residiendo en Fatima y escritor que ya presentó en Málaga ,en marzo del 2011 la 4ª edición del libro :
El Mensaje profético de Fátima continúa vivo ( El Secreto de Fátima ) " , aprovechó la ocasión con la Hermandad de Nuestra Señora de Fátima  y Parroquia de Fátima  para presentar la nueva ya 6ª edición corregida y aumentada,siendo que en el referido libro al comentar 
"El Mensaje de Fátima ",escribe  precisamente que " la conversión " , después de la oración y del " rezar mucho " que pide la Santísima Virgen en Fátima
y asimismo de la penitencia y del " sacrificarse por los pecadores... e reparación " , es una de las llamadas del Mensaje de Fátima .
 
 
" No ofendan más a Nuestro Señor , que ya está muy ofendido " , dice  la Santísima Virgen en la última Aparición el 13 de octubre de 1917,una petición clara , sin lugar a dudas ,que son como una queja a los hombres , al mismo tiempo que una orden o mandato .
En repetidas ocasiones la Virgen habló a los tres Pastorcitos Videntes de Fátima de " orar y sacrificarse por la conversión de los pecadores " 
El motivo de la insistencia parece ser , a primera vista , el hecho de evitar que se ofenda más a Dios , " que ya está muy ofendido ".
Orar, " convertirse " ,sacrificarse y reparar . He aquí las ideas sobre las que gira todo el Mensaje de Fátima .
 
El tema de " la conversión " es clave en el Mensaje de Cristo en su Evangelio :" Convertíos , porque está cerca el Reino de los Cielos " ( Mt 3,1 ) 
Un ejemplo de verdadera " conversión " puede ser María Magdalena , una pecadora ,una escandalosa ,casada varias veces pero que abandonó su vida de pecado y se marchó con el Maestro y sus discípulos a los que ya no abandonó hasta el fin de si vida .Una verdadera conversión :
Dejar todo lo que envuelve al alma en el pecado ,despojarse de todo , y acercarse a Dios cara a cara , cumpliendo su ley , realizando el mensaje de Cristo en el Evangelio.
 
Fátima es un lugar de " conversión " , de cambio de vida  y en este sentido ,entendieron -los tres Pastorcitos Videntes de Fátima - el Mensaje que les fue confiado y su preocupación era siempre , " la conversión de los pecadores "   
 
Sobre " la conversión " , escribe también Su Eminencia Don José da Cruz Policarpo , Cardenal Patriarca de Lisboa , en el libro :" La Enciclopedia de Fátima " en el Nuevo Testamento , la conversión es parte integrante del inicio de la fe .
El apostol Pablo ,sin dejar de hablar de conversión y arrepentimiento, exprime la realidad de la conversión con metáforas .
La conversión exige el arrepentimiento y la penitencia.
Este concepto fundamental de la vida cristiana  está presente en el mensaje de Fátima .
El pecado aparece en el mensaje de Fátima  como realidad dramática que llevará al mundo a la perdición. De ello la urgencia de la conversión.
No hay fe sin conversión.
La llamada a la conversión es el aspecto central del mensaje de Fátima .
Una oración de la pequeña Jacinta muestra bien esta dimensión en la orientación de la vida de los pastorcitos : " Oh Jesús mío ,es por vuestro amor ,por la conversión de los pecadores...
Este aspecto es de los mas grandiosos del mensaje de Fátima .
La batalla de la conversión tiene lugar en el corazón, entre el pecado y la gracia .
En el mensaje de Fátima , aparece clara la relación que hay entre la conversión y la paz .
La promesa de Nuestra Señora es clara :" ¡ Si se convierten , tendrán  la paz ! "
 
Y a propósito también de " conversión " , recordar que fue el 13 de junio cuando de la 2ª Aparición de la Virgen en Fátima que Lucia le pide a La Señora ( convencida de que era la Santísima Virgen ) , la curación de un enfermo y a lo que la Virgen respondió :
-" Si se convierte , se curará durante el año "
¡ Cuanta similitud hay en esta respuesta con la actitud de Jesús en el Evangelio !
Antes es la salud del alma que la del cuerpo .Primero el alma el espíritu .Luego el cuerpo. 
 
 
Colaboración especial de : JAIME VILALTA BERBEL
    
 

miércoles, 30 de enero de 2013

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA



NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA ES LA TITULAR DE LA PARROQUIA QUE HAY EN MÁLAGA CON LA MISMA TITULACIÓN.





La Iglesia fue creada canónicamente en 1956 por el que era entonces el obispo de Málaga, don Ángel Herrera Oria, uno de los obispos más respetado y recordado de la ciudad, aunque el templo como lugar de culto, no fue bendecido hasta el año 1961.Su construcción fue siguiendo un estilo neogótico, aunque diversos "añadidos" lo han convertido en un templo vanguardista de arquitectura moderna. La obra fue a cargo del arquitecto Fernando Morilla. En su interior, podemos ver tres naves longitudinales, la central (de gran tamaño)es usada para las liturgias y las laterales ( mucho más pequeñas) para deambulatorios.




El camarín de la Virgen de Fátima, es muy original, al estar la Virgen situada sobre un tronco de una encina seca, sobre un fondo azul que imita el cielo.


Es la única parroquia que conozco que tiene la virgen de Fátima en lo alto de una encina, y con la iconografía de su aparición en España, junio de 1929 en Tuy.

Las dos imágenes que sor Lucia tenía en el anaquel de su habitación: la de nuestra Señora de Fátima de la “capelinha” y la de la Manifestación del Inmaculado Corazón de María en Coímbra. Las dos imágenes tienen en común la figura alargada de la cara y de la imagen, las telas blancas -vestido y manto- de la Virgen, el Rosario y la bola que cuelga desde el pecho de Santa María, la imagen de Coímbra tiene una Cenefa que recorre el manto, así como la centralidad del corazón rodeado de espinas.



Como se he dicho antes, en el presbiterio se encuentra un camarín con la virgen de Fátima, escultura de bulto redondo en madera policromada, realizada en 1960 en Sevilla. Esta imagen fue traída a esta parroquia por Luis Siles, Luis Aro, y…….

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Desde noviembre de 2011 se encuentra en esta parroquia la imagen peregrina que vino por primera vez a Málaga en el año 1948. Y donde tiene su sede la Hermandad de Nuestra Señora de Fátima, aprobada su reorganización en Mayo del 2011, tiene decreto de Erección de don Ángel Herrera Oria el 17 de septiembre de 1958.



1.- CREO EN UN SOLO DIOS, PADRE TODOPODEROSO, CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA.



Creer no es simplemente sentimiento, sino que es poner la confianza de una forma plena en Dios que nos ama. El creyente cree en Dios, de tal manera que su vida queda apoyada plenamente en Él.

                   Los creyentes sabemos, hemos experimentado, que Dios es nuestro creador, es decir, que Dios se encuentra en el origen de nuestro ser y de todo aquello que existe. Cuando los padres creyentes cogen por primera vez a su nuevo hijo acabado de nacer, exclaman agradecidos: “¡Gracias, Dios mío, por el hijo que nos has dado!”. Por encima de su amor saben que aquel hijo es un don de Dios.

                   De forma semejante, cuando la primera página de la Biblia dice: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra” (Gn 1,1), no está hablando de la formación de los continentes o de las nebulosas planetarias, sino de aquello que es el sentido mas profundo de toda la naturaleza, su principio: en el fondo de toda la realidad se encuentra la llamada de Dios.

                   Las cosas existen porque la palabra de Dios las sostiene, las ilumina y las da vida. Dios dijo: “Que exista la luz. Y la luz existió” (Gn 1,3). Dios dijo también que nosotros existiéramos y ahora existimos. No somos un accidente ni una casualidad, como nos quiere hacer creer esta sociedad actual, somos por encima de todo el fruto del amor de Dios.

                   Dios dijo que hubiese la evolución y la evolución existió. Pero el amor de Dios es siempre nuevo, en cada individuo, en cada persona, en cada pájaro, en cada cabello de nuestra cabeza, en cada estrella del firmamento. Por esto el salmista dice:

         “Señor, Dueño nuestro,
         ¡qué admirable es tu nombre
         en toda la tierra!.

         Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos:
         la luna y las estrellas que has creado,
         ¿qué es el hombre,
         para que te acuerdes de él;
         el ser humano, para darle poder?”.
                                                                                                (Sal 8, 2-5).
                   La contemplación de la naturaleza, de la creación, nos lleva hacia Dios, origen y principio de toda la realidad. Y este Dios es uno. Esta ha sido la gran experiencia del pueblo de Israel, el primer pueblo que ha reconocido un único Dios personal. Esta es la oración diaria de todo buen israelita:

         “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios
         es solamente uno.
         Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón,
         con toda tu alma, con todas tus fuerzas”.
                                                                                                 (Dt 6, 4-5).

                   Y si Dios es el único, es el Dios de todos, hasta de los que no creen.

                   A veces la palabra “Dios” puede parecer vacía de tantas veces que la utilizamos o sin sentido porque está deformada. Por esto hay en la Biblia esa página tan preciosa que presenta a Moisés contemplando una zarza que se quemaba y no se consumía. Entonces Moisés le dice a Dios: “Si me preguntan cómo te llamas, ¿qué les respondo?”.

                   ¿Cuál es la realidad que expresamos con la palabra “Dios”?. La respuesta es bien sencilla y profunda: Dios es Aquel que está siempre al lado de su pueblo para salvarlo. Dios es Aquel que siempre está, Aquel que no falla nunca, Aquel que no abandona, Aquel que es siempre fiel.

                   No es de extrañar que Dios le diga a Moisés que no se acerque de cualquier forma, que se descalce, porque está pisando lugar sagrado. El nombre de Dios es realidad sagrada, porque es la fuente amorosa de toda la realidad y de cada uno de nosotros. Su luz ilumina lo que es la persona humana, de tal forma que cuando miramos hacia Dios, sabemos que todos somos criaturas suyas, sabemos que no estamos solos, que Él siempre nos ama, con amor fiel.

                   Él es Todopoderoso, no en el sentido de aquel que tiene todo el poder, sino de aquel que es todo Amor y que, con su amor, todo lo sostiene. Porque el amor es más fuerte que el poder y el amor lo puede todo.

                   Afirmar que Dios es el creador de todas las cosas y el creador de todas las personas es indicar que toda la creación y toda la humanidad encuentra en Dios su unidad. En este sentido podemos decir que todas las personas somos criaturas de Dios. Pero cuando los cristianos reconocemos que Dios es nuestro Padre y que somos hijos de Dios no lo decimos sólo a partir de la afirmación de Dios creador, sino que lo decimos de una forma nueva a partir de nuestra fe en Jesucristo, que al mostrarse en medio de nosotros como Hijo de Dios, nos muestra a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

                   De esta forma, la expresión “Creo en Dios, Padre” nos introduce en la realidad más profunda de Dios, que en Jesucristo, se nos muestra como comunidad de amor, insondable. Así San Pablo desea que el creyente viva siempre inmerso en Dios:

                   “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros”.
                                                                                             (2 Cor 13,13)

                   Para expresar esta experiencia cristiana de Dios la tradición ha utilizado el término Trinidad: la Santísima Trinidad. Porque Dios, que es Padre, nos ha dado a su Hijo, Jesucristo; y Jesucristo nos hace partícipes del Espíritu Santo. De esta forma se puede tomar conciencia de cómo Dios se nos hace presente en Jesucristo: “Dios es único pero no solitario”. (San Dámaso).

                   Entrar en comunión con Dios es adentrarse en su amor, que es donación amorosa hacia nosotros, en la misma creación, en la venida de Jesucristo en medio de nosotros, en la llamada a vivir como hijos suyos. En Jesucristo, en su muerte y resurrección, se nos manifiesta Dios en su proximidad más grande, y al mismo tiempo, en su más grande transcendencia. Dios se nos manifiesta como Padre amoroso que, en Jesucristo, el Hijo, nos llena de su Espíritu Santo.

                   Por esto, cuando hacemos la señal de la cruz, la señal del cristiano, los bautizados decimos: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. Nos sabemos fundamentados, creados y redimidos, en la manifestación de Dios, en la cruz de Jesús, en su Espíritu Santo.

Eugenio Gastey.





lunes, 28 de enero de 2013

HOMILIA DEL OBISPO EN LA EUCARISTIA CON MOTIVO DEL 50º ANIVERSARIO DE LA VENIDA A MALAGA DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE FATIMA Catedral, 24 Oct. 1998





1. Como se nos ha recordado, celebramos el cincuenta aniversario de la venida de la imagen de la Virgen de Fátima a Málaga.

Algunos de vosotros recordaréis con gratitud y emoción lo que supuso para la Diócesis y, especialmente para la capital, este acontecimiento. Cuántas anécdotas nos podríais relatar.

         Hacía un año que el venerable Ángel Herrera Oria había iniciado su ministerio episcopal. Málaga buscaba esperanza e intentaba superar el dolor que había vivido años atrás.

         La presencia de la Santísima Virgen convocó a miles de malagueños, especialmente en la gran celebración que tuvo lugar en el parque.



2. Cincuenta años después celebramos la Eucaristía en la Catedral, presididos por la imagen de la Virgen de Fátima que es venerada en el centro de la ciudad, en la Iglesia del Santo Cristo.

Cuántas peticiones y acciones de gracia de miles de malagueños, hombres y mujeres, de toda edad y condición. Y, sobre todo, cuántas conversiones, cuántos han vuelto a encontrarse con Jesucristo y han iniciado el camino de vida evangélica.

         A los dos años de la venida de la imagen de la Virgen de Fátima, Málaga vivió un gran acontecimiento evangelizador, la gran misión, que tuvo lugar en Febrero del año 1.950. Durante quince días en templos y lugares preparados al efecto, la Palabra de Dios fue anunciada. Sólo Dios conoce lo que sucedió en el corazón de los miles de malagueños que celebraron con gozo el sacramento de la reconciliación y de la Eucaristía.

         Puede decirse que el primer acto de la misión fue la predicación que la visita de la imagen de la Virgen supuso para nuestra ciudad.

         Hoy, cincuenta años después, quisiéramos que también fuese así.

         En esta tercera etapa del Proyecto Pastoral Diocesano, fieles también a las indicaciones de Juan Pablo II, quiero convocar a todos, en nombre de Jesucristo, a vivir, de forma renovada la conversión, esto es, el encuentro más fiel con Jesucristo, camino, verdad y vida. Las palabras de San Pablo continúan haciéndose presente: "Dejaos reconciliar con Dios".

         Sí, debemos acoger la gracia de la conversión que haga nueva nuestra vida en una época tan necesitada de Dios.

         El mensaje de Fátima es esencialmente  una llamada a la conversión. Si hoy estamos aquí en la Catedral es porque queremos, fieles a la gracia de Jesucristo, "convertirnos de nuevo".     


3. La conversión es gracia de Dios.

         Ninguno podemos afirmar que está convertido del todo ni podemos creer que la conversión es una decisión nuestra.

         "Todo es gracia", también la conversión. A nosotros corresponde acoger la gracia de la conversión. Gracia que nos llega en este día a través de la Santísima Virgen.

         ¿Cómo prepararnos?  Con la virtud de la humildad. María reza así: "Ha mirado el Señor la humillación de su esclava".

         Sólo desde una conciencia que, como el publicano de la parábola, exclama: "Ten compasión, soy un hombre pecador", tendremos posibilidad de recibir la gracia de la conversión.

         El humilde no juzga a nadie, ni se siente superior a nadie.

         El humilde no se justifica ante sí ni ante los demás.

         El humilde siempre está agradecido a Dios y a los demás

         El humilde nunca hace ostentación ante Dios, ni ante los demás, de sus buenas obras. Es lo que Jesús rechaza del fariseo  en la parábola:  "Ayuno dos veces por semana... doy limosna".

         El humilde no conoce la dureza de corazón. Descubre lo bueno que hay en los demás. Siempre encuentra más de lo esperado.


4. ¿A dónde nos conduce la conversión?

         - A un encuentro con Dios-Padre, Dios "lleno de ternura y misericordia".

         Es el acento principal que queremos redescubrir en esta etapa de nuestro Proyecto Pastoral Diocesano.

         Dios-Padre. Así nos lo ha revelado Jesús. Cuando recéis, decid: "Padre nuestro...". Así nos lo descubre especialmente en la parábola del hijo pródigo. Dios siempre espera al hombre y a la mujer que le buscan.

         Dios-Padre, cuya misericordia no tiene fin. Necesitamos humildad para así reconocerlo, creerlo y ser consecuente.

         Dios-Padre que nos quiere, nos perdona, "según su inmensa ternura" (Ps. 50)

         Pero no olvidemos lo que desde el principio nos dice para que así seamos felices y libres: "No hay más que un solo Dios".

         La tentación de la idolatría nos acosa a todos. Ídolos que nos constituyen en esclavos y Dios nos quiere hijos y libres. Por eso "creemos en un solo Dios, Padre...".

         La gracia de la conversión tiene este primer capítulo: DIOS.
Seamos verdaderos adoradores "en espíritu y en verdad".

         Este año María es contemplada como "hija predilecta del Padre". Ella es estímulo para que valoremos, agradezcamos la gracia de ser hijos de Dios. Que gran don, que gran misericordia ha tenido Dios con nosotros que nos hace sus hijos.

         - A un encuentro con los hermanos. Caín mató a Abel. Dios
a pesar de su crimen quiere a Caín. Por eso dice el texto sagrado: "Y le puso una señal para que nadie que se encontrase con Caín le hiciera daño".

         La gracia de la conversión nos sitúa en fraternidad con toda persona, por encima de generaciones, de ideologías, de culturas,  de razas...

         En este mundo que algunos explican como una gran aldea, estamos tentados de establecer barreras, de fortalecer antipatías, de encerrarnos en el pequeño grupo con el que comulgamos en todo o en casi todo.

         Con facilidad surge la violencia. En algunas ocasiones, física. En otras, dialéctica y psicológica. Dios nos llama a la comunión entre todos. "Porque no puede decir que ama a Dios quien no ama al hermano", nos enseña San Juan.

           La Virgen, madre de Jesucristo y madre nuestra, nos quiere a todos en su regazo. También ella es ternura.

         También al interior de la Iglesia debemos convertirnos a una mayor comunión entre personas y entre carismas, ministerios y servicios. La comunión es tan importante que Jesús la estableció como el primer signo de credibilidad: "Padre, que éstos sean una sola cosa para que el mundo crea que tú me has enviado".

         En Málaga vivimos la fe muchísimas personas y grupos, movimientos, asociaciones. Es necesario que vivamos un crecimiento de comunión en coherencia con la conversión que hoy, fieles al mensaje de Fátima y, sobre todo, a la llamada de Jesucristo, queremos recibir como gracia.

         En nuestra capital hay también personas no creyentes o no practicantes o personas de otras religiones. La conversión nos debe llevar a saber "que todo hombre es mi hermano". Ojalá la mirada contemplativa a la Virgen nos convierta en buenos samaritanos.

         - la conversión es también renacer a la ilusión de vivir las
Bienaventuranzas. El estilo de Jesucristo, sólo posible por la fuerza del Espíritu Santo.

           El evangelio que es la mejor de las utopías porque es la Buena Noticia de Dios. Cuando somos conducidos a dejarnos fascinar por tantos criterios y modas, el encuentro con el Señor es convocatoria  para percibir el encanto, la fuerza transformadora del Evangelio.

         San Francisco de Asís, San Ignacio, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, la nueva santa Edith Stein. sus vidas son atrayentes. ¿Por qué? Porque son existencia que manifiestan el Evangelio de Jesucristo.

         Queridos hermanos. Convertirnos a Dios es convertirnos al Evangelio de Jesucristo. Nuestras decisiones, nuestras opciones  más o menos importantes, nuestro estilo de vida, nos será sugerido por la vida y las palabras de Jesucristo, por el Evangelio.


5. Conclusión.

         Este sábado debe ser "gracia de Dios". Escuchamos el mensaje de la Virgen. En todos ha surgido el deseo de verdadera conversión. Que no es la primera vez que se suscita en nosotros ni será la última.

         Pero que hoy, día 24 de Octubre, queremos actualizar. Desde  la mirada sencilla y fiel a la Santísima Virgen, acudimos a su Hijo Jesucristo. Él nos dice: "Convertíos y creed la Buena Nueva".

         De la mano de la Virgen llegamos a Jesucristo. El Señor que se entrega. Este es el cuerpo que se entrega por vosotros... esta es la sangre que se derrama por vosotros.

         Cada uno de los aquí presentes y los que han rezado durante unos minutos en las horas  del día y los que no pudieron venir... ante la mirada materna de María, aquí expresada en la imagen de la Virgen de Fátima, decimos: Oh clemente, oh piadosa, oh Santísima Virgen María ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

D. ANTONIO DORADO SOTO

miércoles, 16 de enero de 2013

Año de la fe. Credo de la Iglesia Católica


INTRODUCCIÓN.

                   Muchos de vosotros me habéis pedido que explicara la fe de los cristianos, esta fe en la que hemos nacido y nos movemos, al menos exteriormente. ¿Se trata de un sentimiento o de un conocimiento?. ¿Tiene un contenido la fe?.

                   La primera imagen que me viene a la mente es la de los seguidores enfervorizados de un equipo de futbol, que, llenos de alegría y de entusiasmo, cantan el himno de su club, en el campo de juego, en mitad del partido. Se sienten unidos en el canto, en el sentimiento, en lo que significan los colores, en el compromiso por su equipo, que los obliga a veces a grandes desplazamientos y que los llena de alegría cuando ganan y de tristeza cuando pierden.

                   Con todo respeto, podemos pasar de la dimensión más superficial, a la dimensión más profunda. Y sobreponer otra imagen, la imagen de los creyentes reunidos en la Eucaristía del Domingo, recitando todos juntos el Credo, la profesión de fe.

                   Lo sabemos de memoria, porque así lo hemos recibido. Es nuestro signo, nuestro distintivo que nos hace reconocernos cuando nos encontramos. Es nuestro compromiso, nuestro pacto con Dios, realizado como expresión de nuestro Bautismo.

                   El Credo es el resumen de nuestra fe, nuestro Símbolo, que contiene palabras breves, pero contienen todos los misterios de Dios. Porque la fe no se puede aprender en los libros, ni se puede conocer en la calle. Hemos de acercarnos a la comunidad cristiana para respirarla, para escuchar de viva voz la palabra que es oración, la palabra que es anuncio, la palabra que es presencia.

                   En la Eucaristía se acostumbra a recitar la regla de fe que profesaron los dos primeros concilios ecuménicos, el Concilio de Nicea, en el año 325, y el segundo concilio, el Concilio de Constantinopla, en el año 380; este es el Credo que llamamos “Niceno-constantinopolitano”. Más frecuentemente, se utiliza el llamado “Símbolo de los Apóstoles”, que es el antiguo Credo bautismal de la comunidad de Roma, en el siglo II. Los dos siguen las pautas de la fórmula del Bautismo, tal como se refleja en las palabras finales de Jesús Resucitado a sus discípulos:

                   “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
                                                                                                 (Mt 28,19).

                   Se ha de recordar, que cuando recitamos el Credo con fe, entramos en comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y entramos también en comunión con toda la Iglesia que nos ha transmitido toda la fe y en interior de la cual creemos.

                   Iremos desarrollando los siguientes puntos, doce, según el Credo Niceno-constantinopolitano. Estos doce puntos o apartados simbolizan según una antigua tradición la palabra de cada uno de los doce Apóstoles, es decir, la fe apostólica.

Eugenio Gastey.





CREDO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO

         Creo en un solo Dios, Padre todo poderoso,
         Creador de cielo y tierra,
         de todo lo visible y lo invisible.

         Creo en un solo Señor, Jesucristo,
         Hijo único de Dios,
         nacido del Padre antes de todos los siglos:
         Dios de Dios,
         Luz de Luz,
         Dios verdadero de Dios verdadero,
         engendrado, no creado,
         de la misma naturaleza que el Padre,
         por quien todo fue hecho;
         que por nosotros los hombres y por nuestra salvación
         bajó del cielo,
         y por obra del Espíritu Santo
         se encarnó de María, la Virgen,
         y se hizo hombre;
         y por nuestra causa fue crucificado
         en tiempos de Poncio Pilato:
         padeció y fue sepultado,
         y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
         y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
         y de nuevo vendrá con gloria
         para juzgar a vivos y muertos,
         y su reino no tendrá fin.

         Creo en el Espíritu Santo,
         Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
         que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
         gloria, y que habló con los profetas.

         Creo en la Iglesia,
         que es una, santa, católica y apostólica.
         Confieso que hay un solo Bautismo
         para el perdón de los pecados.
         Espero la resurrección de los muertos
         y la vida del mundo futuro.
         Amén.

SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES.

        

         Creo en Dios, Padre todopoderoso,
         Creador del cielo y de la tierra.

         Creo en Jesucristo,
         su único Hijo, nuestro Señor,
         que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
         nació de Santa María Virgen,
         padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
         fue crucificado,
         muerto y sepultado,
         descendió a los infiernos,
         al tercer día resucitó de entre los muertos,
         subió a los cielos
         y está sentado ala derecha de Dios,
         Padre Todopoderoso.
         Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

         Creo en el Espíritu Santo,
         la santa Iglesia católica,
         la comunión de los santos,
         el perdón de los pecados,
         la resurrección de la carne
         y la vida eterna.
         Amén.